Introducción

El acuífero del Valle de Camargo está constituído por un potente tramo de calizas y calcarenitas irregularmente dolomitizadas, que presentan una carstificación intensa con frecuentes mineralizaciones y rellenos cársticos de arcillas ocres y arenas. En el subsuelo existen, a diferentes profundidades, conductos cársticos parcialmente rellenos de arcillas arenosas. El resto estaría relleno de agua, que sería la que ejercería presión hacia arriba y soportaría la que a su vez ejerce el suelo hacia abajo. Eso sería el acuífero.

En superficie se observa una mayor concentración de arcillas de descalcificación en las zonas más bajas.

Aunque hasta el momento la utilización de las aguas subterráneas en Cantabria es bastante limitada, los acuíferos que existen bajo este hermoso valle se están explotando, hasta el punto de ser prácticamente el único recurso hídrico del que se nutre el municipio. Sólo un pequeño porcentaje de agua se compra al Ayuntamiento de Santander.




Para potabilizar este agua se construyó la Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP) en los primerísimos años del siglo XXI, con un presupuesto de inversión que superó los 500 millones de pesetas.
Al extraer el agua del subsuelo, esa presión que el agua ejercía hacia arriba desaparece y es cuando se producen los colapsos o hundimientos del terreno, que en la zona conocemos como soplaos. Dados los problemas que una y otra vez han tenido lugar con las extracciones de agua, también una y otra vez se han realizado estudios del terreno para averiguar las causas, y siempre con idéntico resultado.

El terreno, dadas las características geológicas anteriormente expuestas, ya por naturaleza tendría tendencia a sufrir colapsos en épocas de prolongada sequía, que rebajara más de lo deseable el nivel freático. Igualmente ocurriría con la entrada de las aguas por las fuertes lluvias tras un periodo de prolongada sequía. Pero los efectos serían casi inapreciables y, desde luego, se darían con muchísima menor frecuencia.

Sin embargo, el fenómeno se está agravando y acelerando por la extracción de agua del subsuelo, lo que de por sí produce esas sequías de las que hablábamos, especialmente en los periodos estivales, ya que no hay lluvias que vayan reponiendo el agua que se extrae.




Durante el invierno, en cambio, como la entrada de agua de lluvia es más constante, el acuífero mantiene más fácilmente su nivel freático a pesar de las extracciones, y esos fenómenos no son tan frecuentes. Aunque el arrastre de materiales que produce la extracción también sigue produciendo daños constantes.

Además, esas sequías provocadas por las extracciones hacen que también se formen colapsos con la llegada del agua.

Teniendo en cuenta estos datos como punto de partida, los diferentes informes establecen unas recomendaciones, que en unas ocasiones se han tenido en cuenta y otras no.

En el apartado referente a cada uno de los informes nos vamos a fijar solamente en indicaciones que se hacían, a partir del estudio previo del terreno que en cada momento se realizó.

Igualmente vamos a hablar de otros documentos relativos al asunto, como el proyecto presentado por el Ayuntamiento para solicitar la concesión de explotación a la Confederación Hidrográfica del Norte y la concesión de la misma por parte de esta.